Llevamos ya unos cuantos años desde que Twitter irrumpió en nuestras vidas, nos influye en nuestro día a día como personas o consumidores, pero mucho más como empresas. Es un sitio estupendo donde conocer a nuestros clientes, contactar con potenciales compradores, ver las tendencias del mercado, buscar información, lanzar promociones, etc.
En todo este tiempo la red social ha ido evolucionando y adaptándose a las tendencias, al incremento de usuarios y a las necesidades de éstos (sobre todo añadiendo contenidos multimedia y su visualización inmediata). Igual que evoluciona la parte 'front' de Twitter, también evoluciona su sistema interno y sus políticas de utilización.
Los grandes fans de Twitter y los usuarios que lo utilizan de forma profesional a menudo descubren su timeline, hacen búsquedas o reciben notificaciones sobre alertas preconfiguradas mediante el uso de aplicaciones de terceros; es decir, no todo se hace desde la versión web de Twitter; ni siquiera con las apps oficiales en nuestros móviles.
Lo que decide qué se puede y qué no se puede hacer con estas aplicaciones de terceros es la API de Twitter. Todas la utilizan para integrarse con la plataforma de Twitter y poder recibir/enviar información sobre los contenidos, los usuarios y las relaciones entre ellos.
En los últimos meses Twitter potencia la utilización de lo que han denominado Twitter Cards. Esto es, una forma sencilla de etiquetar nuestras páginas web para integrar Twitter en ella; nos sirve para embeber tweets o timelines completos en nuestra web; pero también para que nuestros contenidos vayan directos a Twitter a través de un botón, para que los usuarios puedan seguirnos directamente desde nuestra web sin abandonarla y, lo más interesante, para que cuando alguien comparte un contenido en Twitter y viene de nuestra web o blog, se muestre una vista previa; esto último incrementa muchísimo la conversión y la efectividad de ese tweet (siempre que el contenido sea bueno).
