Ya lo dice el refrán: “vísteme despacio que tengo prisa” y es que haciendo las cosas con calma, dedicándole a cada una su tiempo, todo saldrá a la perfección y con los resultados que esperamos. En cambio, con las prisas lo acabemos antes, pero seguramente nos estemos dejando algún cabo sin atar y a la larga nos puede salir caro. Precisamente el post de hoy hablará sobre prisas y tiempos.
Sin darnos cuenta estamos inmersos de pleno en una sociedad un tanto esclava del tiempo, que prácticamente vive a contrarreloj. Llegar a nuestro destino, a una reunión, entregar un informe, contestar los e-mails, son algunos hechos que nos sirven de ejemplo. Todo esto nos acelera, vivimos deprisa, con prisa y todo esto nos genera estrés; un estrés que despierta en nosotros una constante preocupación por el tiempo y en algunas ocasiones nos puede llevar a aplazar proyectos actuales a un segundo plano e incluso a un tercero.
Vivir con prisas no nos interesa, seremos más rápidos pero seguramente no tan eficaces. Por lo tanto, la alternativa que tenemos es ir más despacio. Piensa que no estás perdiendo tiempo, sino que estás invirtiendo en calidad, una ventaja competitiva muy interesante respecto a tu competencia. La inmediatez puede ser buena en un servicio a domicilio, pero no en nuestros proyectos.
Esto es algo que han visto muchos publicitarios y nos lo comunican en anuncios de cafés, caldos y otros productos con claims como por ejemplo “cocinado/tostado a fuego lento para que disfrutes de todo el sabor…”. Por lo tanto, si nosotros cocinamos nuestros proyectos a fuego lento, seremos capaces de sacarles todo el jugo para obtener un excelente resultado final y nuestro cliente, nos lo agradecerá.
Puedes trabajar por hitos u organizar tu jornada de otra manera. Las opciones están ahí, a tu alcance. Solo hay que cogerlas y aplicarlas. Trabajar relajado y sin tensiones te hará más productivo y perspicaz.
Sin darnos cuenta estamos inmersos de pleno en una sociedad un tanto esclava del tiempo, que prácticamente vive a contrarreloj. Llegar a nuestro destino, a una reunión, entregar un informe, contestar los e-mails, son algunos hechos que nos sirven de ejemplo. Todo esto nos acelera, vivimos deprisa, con prisa y todo esto nos genera estrés; un estrés que despierta en nosotros una constante preocupación por el tiempo y en algunas ocasiones nos puede llevar a aplazar proyectos actuales a un segundo plano e incluso a un tercero.
Vivir con prisas no nos interesa, seremos más rápidos pero seguramente no tan eficaces. Por lo tanto, la alternativa que tenemos es ir más despacio. Piensa que no estás perdiendo tiempo, sino que estás invirtiendo en calidad, una ventaja competitiva muy interesante respecto a tu competencia. La inmediatez puede ser buena en un servicio a domicilio, pero no en nuestros proyectos.
Esto es algo que han visto muchos publicitarios y nos lo comunican en anuncios de cafés, caldos y otros productos con claims como por ejemplo “cocinado/tostado a fuego lento para que disfrutes de todo el sabor…”. Por lo tanto, si nosotros cocinamos nuestros proyectos a fuego lento, seremos capaces de sacarles todo el jugo para obtener un excelente resultado final y nuestro cliente, nos lo agradecerá.
Puedes trabajar por hitos u organizar tu jornada de otra manera. Las opciones están ahí, a tu alcance. Solo hay que cogerlas y aplicarlas. Trabajar relajado y sin tensiones te hará más productivo y perspicaz.
